No
cabe duda que el agua es un tema crucial para el país. Por ello, el Consejo
Chileno de Prospectiva y Estrategia organizo en el 2014 un seminario denominado
SED DE FUTURO: EL FUTURO DEL AGUA EN CHILE[1]. En este marco, Alfredo Apey -Geógrafo de
la U de Chile (Ph.D.) y profesor de su Escuela de Geografía – nos envió este estudio que tiene por objetivo contribuir al análisis del riego en Chile, con
un aporte cuantitativo que permita identificar en forma agregada los patrones
tanto territoriales como tecnológicos que caracterizan su distribución
espacial, así como las variaciones que se han manifestado en Chile durante el
período 1997- 2007. Amplía el enfoque
tradicionalmente dirigido hacia la oferta o disponibilidad de agua para riego con una perspectiva complementaria que proporciona información y antecedentes
que expresan las variaciones en la demanda por este recurso que se está
ejerciendo desde la actividad agropecuaria nacional.
Entre
sus conclusiones señala que la comparación del agregado estadístico nacional de
la superficie regada en el país establece un crecimiento de 41.689,5 ha entre
1997 y 2007, lo que equivale a 3,9%. Sin embargo, el análisis desagregado al
nivel territorial comunal muestra una superficie de crecimiento del área regada
nacional de 141.314 ha (13,2%), cifra que se obtiene de la suma del nuevo riego
verificado en 184 comunas. Bajo este mismo contexto de análisis, la superficie
regada disminuye en 99.766 ha, proceso observado en otras 126 comunas. Cabe
señalar que esta combinación de dinámicas contrapuestas entre crecimiento y
disminución del área regada muestra patrones territoriales claramente
diferenciados. Por un lado, se observa un significativo incremento de las
nuevas áreas regadas, básicamente con riego tecnificado, en territorios
tradicionalmente de secano. Esta tendencia es clara en las cuencas comprendidas
entre los ríos Copiapó y Aconcagua, así como en la Cordillera de la Costa en la
zona central, sectores en los que se observa un fuerte incremento de
plantaciones de frutales y viñas. También es notorio el nuevo riego en las
regiones del sur y austral, reflejado en su mayor participación en praderas mejoradas,
cultivos anuales y frutales menores. Esta tendencia abre otro frente de interés
para el análisis de los nuevos patrones tecnológicos que se visualizan en el
sector: su mayor dependencia del consumo energético.
Por otro lado, se
manifiesta una clara disminución del área regada en las comunas de la región
centro-sur, fundamentalmente en las zonas centrales y pre-cordilleranas, en donde
la caída del riego gravitacional sigue la misma tendencia de la disminución en
superficie de los cultivos tradicionales y de las forrajeras. Las
cifras de crecimiento en el área regada son elocuentes y resulta a lo menos
recomendable monitorear esta relación de interdependencia entre oferta y
demanda hídrica en forma permanente con el objeto de verificar las tendencias
ocurridas con posterioridad al año 2007 y poder garantizar la sostenibilidad
económica, social y ambiental de quienes invierten capitales y esfuerzos en
este sector productivo.
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