Estimados amigos y amigas: antes de que tomen sus merecidas vacaciones,
quiero compartir con ustedes algunas reflexiones que me han surgido a raíz de
asistir al IV Congreso del Futuro y de
interactuar con algunos destacados integrantes del Millennium Project, vis a vis las inquietudes de los jóvenes
universitarios a los cuales pretendo estimular para inquietarse por el futuro.
Para iniciar estas reflexiones, me beneficio con un párrafo escrito
recientemente por el Ministro Máximo Pacheco sobre los problemas de la energía
en Chile: “’Todo lo sólido se desvanece en el aire’. Este inquietante dicho de
Karl Marx refleja con propiedad la estupefacción del presente. Por este motivo,
la sabiduría en el mundo de hoy no reside en la aseveración rotunda ni en la razón
concluyente. Está más bien en el terreno de las preguntas, en su despliegue sin
trabas y la concatenación de dudas que se hilvanan hasta una verdad posible”[1].
Asistimos a una época en que la humanidad posee los conocimientos y la
tecnología para construir un futuro mejor, diferente del meramente tendencial. Pero
como no somos el Dios Jano, quien podía ver el pasado y el futuro
simultáneamente mirando con sus dos caras hacia oriente y occidente,
tenemos que actuar como un montañista. Para
escalar una montaña hay que tener dos cosas a la vista y conjugarlas: la cima
que se persigue y que está tácita en cada paso que se da y el terreno sobre el
que se da cada paso. Puede caerse al abismo si sólo se mira hacia arriba y
puede irse en cualquier dirección, e incluso no escalar y hasta descender, si no
se está pendiente del terreno.
Como dice mi frase favorita: el pasado ya ocurrió, el presente es
resultado de acciones pasadas y por tanto debemos dedicarnos desde hoy a
avizorar futuribles y tomar las opciones para alcanzarlos. Pero ello requiere,
entre otras, algunas reflexiones sobre ciencia y técnica, el rol de los intelectuales y los políticos,
el rol de los funcionarios públicos y el rol de las ciencias de gobierno y
administración pública.
1)
La ciencia
y la técnica
Jürgen Habermas ha abordado el problema del papel que la ciencia y la técnica juegan en las sociedades industrializadas donde muchas de las decisiones que antes eran prácticas o políticas ahora se consideran “técnicas” y no son tomadas democráticamente, sino por una élite gobernante, una “tecnocracia”. La tesis de Habermas consiste en que ciencia y técnica ya no son solamente instrumentos al servicio de la sociedad, que los utiliza para resolver problemas específicos relacionados con su supervivencia, sino que se han convertido en un sistema de pensamiento autónomo que posee las mismas intenciones de dominio y sometimiento que las ideologías. Somos seres humanos que habitamos en una triple dimensión: somos racionales en la medida que aspiramos a entender el mundo; somos, simultáneamente, seres ideológicos en el sentido que aspiramos a construir un mundo mejor y también somos seres racionalizadores en el sentido que justificamos racionalmente lo actuado ideológicamente.
Tenemos la ciencia y la técnica para crear un mejor futuro, pero la
verdad es que sobre éste predominan dos enfoques errados: 1) la creencia de que
el futuro será peor al presente, inducida por la difusión de visiones de un
mundo post apocalíptico que predomina en la literatura de consumo masivo que consume
la juventud, en juegos de Internet y en un malestar con los tiempos actuales
derivado de acciones violentas derivadas del llamado “choque de civilizaciones”
y 2) la convicción de que el futuro será mejor sólo porque se tienen el
conocimiento y la técnica para crearlo.
Sobre el primer enfoque errado, destaco como respuesta los trabajos
realizados por el Millennium Project y
los resultados de sus estudios sobre Estado del Futuro que refutan esta errónea
creencia y, en un plano más particular, los trabajos de Miguel Ángel Gutiérrez
en Laboratorios de Futuro con jóvenes
estudiantes en Uruguay[2].
Sobre el segundo se destacan como
respuestas los trabajos del Millennium Project, del mismo Gutiérrez referente
al trabajo sobre el futuro en los parlamentos del mundo, los esfuerzos
realizados por el ex senador chileno Carlos Cantero y los cuatro Congresos del
Futuro organizados por la Comisión de Futuros del Senado encabezada por Guido Girardi.
Todos ellos apuntan a provocar un cambio global de mentalidad en los líderes
mundiales ya que es urgente cambiar las imágenes que éstos y la población tienen
de la sociedad. A eso aspira la prospectiva y especialmente el Millennium
Project. Como señala Jerome Glenn, CEO del proyecto-red: "el Proyecto del
Milenio ha creado el sistema de inteligencia Global de Futuros para ayudar a la
humanidad a pensar juntos de una manera ordenada basada en investigaciones para
prevenir potenciales negativos de un futuro y desarrollar los elementos
positivos". Pero el trabajo se debe ampliar hacia más sectores de la
sociedad y especialmente hacia la sociedad civil, ámbito en el cual el Consejo
Chileno de Prospectiva y Estrategia jugará un rol decisivo.
2)
Los
intelectuales y la política
A fines del año pasado el filosofo y profesor del Instituto de Asuntos
Públicos de la Universidad de Chile Sergio
Micco presentó su libro "La política
sin los intelectuales. De la deserción al reencuentro”[3].
En este lanzamiento, Micco convocó a los
intelectuales y profesionales a participar en la política en la búsqueda de
futuros mejores. Señaló al respecto que “el pensamiento tiene enormes desafíos
hoy. El desafío medioambiental, el desafío de la ciencia que se hace
biogenética y puede crear razas superiores. Los malestares culturales, la
pobreza, las desigualdades locales, necesitan del pensamiento de ideólogos y
políticos expertos”.
Dado este contexto, a mi entender la incursión en prospectiva debe
reconocer la necesaria imbricación entre política -entendida como el ejercicio
del poder de quienes están en el gobierno o de aquellos que aspiran a estarlo-
y las políticas públicas. El ejercicio de la política sin políticas públicas
es, principalmente, demagogia y, contrario
sensu, políticas públicas sin política es un ejercicio tecnocrático. Dentro
del gobierno no se puede olvidar la política y fuera del gobierno no se pueden
olvidar las políticas públicas.
Según Lahera, las políticas públicas son cursos de acción y flujos de
información relacionados con un objetivo político definido en forma
democrática. Éstos son desarrollados por el sector público y, frecuentemente,
con la participación de la comunidad y el sector privado. Agrega además que se diferencian
de las políticas de desarrollo de los sesenta y setenta porque éstas atribuían
un rol demasiado protagónico al Estado. Estando de acuerdo con este
planteamiento, hay que reconocer que si bien nuestro país tiene muchos
instrumentos en diversas áreas, sucede que la suma de ellos no llega a
constituir la política. Este es, por ejemplo, el caso del fomento productivo. Se
pensaba por parte de algunas autoridades de gobiernos anteriores que mientras más
instrumentos existieran la oferta podía dar cuenta de una demanda diferenciada.
Pero la verdad es que por muchos instrumentos que existan no está clara la
política.
Ahora bien, en el caso de la prospectiva,
a pesar del atraso de nuestro país en esta área del conocimiento y de la cooperación
pública y privada, se requiere hacer todos los esfuerzos para que surja como
una política de Estado en la que esté clara cuál es la política y cuáles sus
instrumentos. En temas de futuro hay mucho trabajo del cual el país se puede
beneficiar. Se deben entonces realizar esfuerzos para que la prospectiva surja
como una expresión de la voluntad de la autoridad pero sin descuidar un fuerte
basamento técnico. Y en esto último muchas universidades están en deuda, ya sea
por lo confinado de su trabajo en temas de futuro o lisa y llanamente por su no
inclusión en los cursos y contenidos que se imparten.
3. Los funcionarios públicos y la prospectiva
En gestión pública Chile otorga un rol demasiado protagónico al
Ministerio de Hacienda y a la Dirección de Presupuestos (DIPRES). Si bien esto
fue una cuestión necesaria en los noventa hoy en día no se aviene con las
miradas de largo plazo ni con la velocidad que se requiere para ingresar al
mundo globalizado y aprovechar las ventajas del proceso de descentralización en
curso. Como ha señalado Carlos Ominami en reiteradas columnas de opinión, la primacía
de Hacienda no representa un principio universal de buena gestión económica.
A este respecto, la DIPRES tiene un intrincado sistema de evaluación y
control de gestión que orienta en sus inicios el quehacer de los ministerios y
servicios públicos teniendo como punto final un incentivo salarial para que los
funcionarios públicos cumplan lo comprometido. En teoría, todo bien. Pero en la
práctica cotidiana ello debilita la innovación, la creatividad y resta
liderazgo a los jefes de servicios y autoridades ministeriales y de Gobiernos
Regionales ya que los funcionarios se preocupan más del incentivo salarial que
de apoyar nuevas iniciativas. Demasiados indicadores de desempeño alcanzados
pero los resultados aún están lejos de lo que se requiere.
Súmase a lo anterior una práctica demasiado difundida en la función pública
de externalizar hacia consultoras y universidades los estudios y la
capacitación a escala nacional, regional y municipal. Piénsese, por ejemplo, en la elaboración de
los Planes de Desarrollo Comunal (PLADECOS) que son externalizados, lo que
impide que los funcionarios municipales asuman una tarea propia y se legitimen
ante la ciudadanía. Y lo mismo pasa con las Estrategias Regionales de
Desarrollo y en otros estudios de ministerios. Así, los funcionarios públicos, en
vez de concentrarse en la elaboración de diagnósticos y en políticas de
intervención, gastan demasiado tiempo en cuestiones procedimentales
relacionadas con la elaboración de términos de referencia de estudios que nunca
han elaborado y que finalmente no son objeto de un proceso de apropiación por
parte de ellos.
En este contexto, la prospectiva tiene que mostrar sus bondades y
primero ser asimilada como un imperativo de buen gobierno en estos tiempos de
alta incertidumbre e indeterminación, máxime
cuando el ciclo positivo de la producción de commodities llega a su término. La innovación y la creatividad son
imperativos de un buen gobierno y deberían ser más importantes que las guías y
reglamentos que hoy condicionan el trabajo de los funcionarios.
Si queremos que la planificación sea el conocimiento que precede y
preside a la acción con miradas de largo plazo en el contexto global necesitamos
claridad para transmitir nuestras convicciones. El conocimiento está hoy
distribuido y muchos funcionarios poseen altos niveles de comprensión sobre
materias especificas del quehacer de su institución, pero éste no se utiliza
adecuadamente. Creo que el ejemplo francés de la Ecole Nationale d'Administration (ENA) y de
la Délégation à l’aménagement du
territoire et à l’action régionale (DATAR)
son buenos ejemplos a considerar para que se dé una cooperación
público-privada en esta materia, tarea en la que la Academia de Capacitación
Municipal y Regional de la SUBDERE tiene un rol clave[4].
4. La prospectivas y las ciencias (y el arte) de gobernar
Sorprende el enorme avance de la prospectiva tanto en cuestiones
sustantivas como en cuestiones metodológicas y los grandes avances del país en
el área de las ciencias. Pero cuando estos avances se comparan con la ciencia,
la técnica y el arte de gobernar la
distancia es enorme.
Soy de los que postulo que la prospectiva es una versión moderna de
planificación ya que ésta no es otra cosa que el intento del hombre por gobernar
su futuro, por imponer la razón humana sobre las circunstancias. La
planificación no está a la altura de las circunstancias. Nuestro país elimino
el Ministerio de Planificación, producto del exagerado peso del Ministerio de
Hacienda en la conducción del país y, hoy en día, no hay institucionalidad para
la anticipación del futuro, la coordinación pública-pública y pública-privada y
para la evaluación de resultados más allá de los trabajos realizados y
externalizados por la DIPRES.
Como dice Carlos Matus: “creo que en varios países del mundo la
democracia está en peligro por su ineficacia para mostrar resultados y a ese
principio de fracaso no es ajena la confusión sobre la planificación. En
algunos de nuestros países sólo un 30% de la población inscrita vota en las
elecciones. Los partidos políticos parecen clubes electorales. No saben que no
saben gobernar. Y nuestros Presidentes, rodeados de especialistas y con el
soporte de oficinas de planificación muy anticuadas cometen errores infantiles
y carecen de las herramientas de gobierno potentes para identificar y procesar
los grandes problemas. Nuestros sistemas de Alta Dirección son muy ineficientes”[5].
Cada vez es más común escuchar en la voz de la calle que los partidos políticos
son capaces de ganar elecciones pero incapaces de gobernar con eficacia. No es
tarde para encontrar en la prospectiva no sólo una herramienta sino un
paradigma que permita avanzar en las ya anticuadas, pero siempre necesarias,
ciencias de gobierno.
Saludos
Luis Lira Cossio
[3] En este lanzamiento
participaron en un debate los ex ministros de educación Sergio Bitar y Harald
Beyer con la conducción de la periodista de Radio Cooperativa Cecilia Rovaretti.
Ficha del libro en: http://www.universitaria.cl/ficha.php?id=9561124521&op=2
No hay comentarios:
Publicar un comentario